Estas fotos van dedicadas especialmente a quién prefería no ver la foto completa de la entrada anterior.
Y dedicadas muy especialmente a los habitantes de la Enterprise.
Con cariño para todos, ayer mismo.
Hace pocos días, en el transcurso de un safari a pié, vimos un cocodrilo de 4 metros tomando el sol en una isla de un lago. Una familia de wartogs (jabalí verrugoso), mamá jabalina y 4 pequeños juguetones, retozaba ramoneando por la orilla del lago. Una clienta me pregunta si el cocodrilo no ataca. Le digo que justamente están saliendo del medio letargo invernal, y éste debe andar todavía vaguete. Al volverme, el croco había desaparecido de la isla. Los ojillos y la nariz avanzaban lentamente por el lago poco a poco, enfilándose disimuladamente hacia la zona donde estaban los jabalíes. Se para a 3 o 4 metros de la orilla, un jabalí se acerca a beber, los ojillos desaparecen bajo el agua, salto terrible, agua y barro por todos lados, gruñido angustioso del que sabe que va a morir, y todo acabó (me pasé el resto del safari con las clientas colgando de mi camisa por detrás, mirando por encima de mi hombro, y no dejando que me alejara ni 2 metros).
El juego de la vida y la muerte, en vivo y en directo, impresiona y pone la carne de gallina clueca.
Así como esto, el sonido del crujir de un fémur entre las fortísimas mandíbulas de la hiena, hace que la espina dorsal se encoja y un sudor frío recorre la espalda. El pelo se eriza, y el golpe de adrenalina sube a límites insospechados.
Está marcado en nuestro sistema nervioso, pura supervivencia; no hace para tanto que las posibilidades de que ese fémur fuera el nuestro eran mucho mas altas.
La mantis devorando su presa entre las patas, el gecko que engancha una hormiga voladora casi mas grande que él mismo, no nos impresiona tanto. Están mas alejados en la escala animal, no son mamíferos.
Y tantas otras parecidas, que aquí donde vivo y en mi trabajo, se ven de vez en cuando; El juego de la vida y la muerte en la naturaleza, en vivo y en directo, la supervivencia, y la búsqueda continua de equilibrio.
Hay algo común en todos los casos descritos: Naturaleza, supervivencia, comer.
Sin embargo, al ver la foto citada en "mirada", el sentimiento es diferente, y hay unos componentes de repulsa y tristeza diferentes. No hay lucha por el trozo de pan, sino verdadero disfrute en el jugar con un animal causándole sufrimiento puro y duro. Eso sí, por tradición y cultura.
Como bien dices, Hipatía, esto no se encuentra en la naturaleza y como tú dices otra vez, ese hecho precisamente es el que da miedo, me espeluzna a mi también; la tira. Mucho más que la hiena. Mucho más que el croco.
Las opiniones, meditadas todas fueron.
Los insultos, por una entraron y por la otra se escaparon.
Y la jirafa. Pues la jirafa mira un poco pensativa, sonríe, y luego se va a comer de una deliciosa acacia, que es lo suyo.