sábado, 16 de enero de 2010

Lagartijos y lagartijas.

Varios árboles del jardín sirven de refugio a familias de estos coloridos bichitos.
A bastante gente le dan miedo pero a mi me fascinan estos dragones en pequeño llamados agamas; Sus colores, las curiosas formas de actuar, los dibujos que se descubren en sus cuerpos al acercarse, hacen que me pase largos ratos observándolos.

El Agama de garganta azul, Southern tree agama, Acanthocercus atricollis, Intfulo en siSwati, es bastante común y extendido en estas tierras. Varias familias de ellos pueblan árboles de mi jardín. Son absolutamente inofensivos para el ser humano, no así para las hormigas, base de su dieta, lo que lo convierte en un aliado formidable para la vida en Africa, ayudando especialmente a evitar invasiones de termitas. El macho, de colorido espectacular, nos muestra su librea más brillante en época de celo. Los colores de la hembra son mucho mas apagados. Sus enormes cabezas y finos cuellos cubiertos de escamas y espinas los hacen inconfundibles.
En realidad conocemos muy poquito sobre ellos. Miden entre 20 y 30 centímetros (palmo y medio), se alimenta de orugas, insectos, materia vegetal y especialmente hormigas y termitas, siendo uno de los pocos reptiles que aguantan su alta acidez.
Viven en los troncos de los árboles, y bajan al suelo para buscar comida.
Pasan la mayor parte de su tiempo quietos, cazando al acecho, y son muy rápidos corriendo cuando se sienten amenazados. Son territoriales, y en las competiciones entre machos parece que juega un papel importante el tamaño de la cabeza, prefiriéndose el que la tenga mayor. Los espectaculares colores de los machos comprenden diversos azules, amarillos, y verdosos. Los dibujos de las placas de sus cabezas forman coloridos e intrincados mosaicos.
Se conocen unas seis subespecies, pero muy pobremente descritas.
Se han adaptado a vivir cerca del hombre, y se los puede encontrar incluso en zonas urbanas.



Existe la creencia extendida de que son venenosos, lo que no es cierto en absoluto; puede ocurrir que al verse acorralado, se defienda a mordiscos, y debido a bacterias que pueblan sus dientes, la infección está asegurada. Debido a su aspecto y tamaño son temidos, considerados de mala suerte, y no se les quiere cerca de las casas. Los Swazis los utilizan con fines medicinales y mágicos; Se hace una cocción para atraer las tormentas sobre tu enemigo y que lo mate un rayo, o también, debido a las flexiones de cuartos delanteros que gustan de hacer estos lagartos, y que debido a sus grandes cabezas resultan de lo mas graciosas, se utiliza su cerebro para volver estúpido a alguien, etc.



Para iniciar el cortejo, a veces puede verse a la hembra ofreciendo sus cuartos traseros al macho, y en el momento que este se acerca, salir corriendo a prudente distancia, pararse, el macho intenta acercarse otra vez, nueva carrera, y así hasta que el macho consigue “atraparla”, o mas bien la hembra se deja atrapar.
Pondrá entre 4 y 12 huevos en un agujero excavado en la base de su árbol, de donde saldrán las crías en 3 meses.

Cuando son molestados o se sienten amenazados, estos agamas inician un curioso juego del escondite; Suben a un árbol, y se colocan en el tronco al lado contrario de donde les viene la amenaza, Si la amenaza intenta rodear el tronco, el lagarto se mueve también para que éste quede siempre de por medio. Sin embargo, si uno se queda completamente quieto, la curiosidad acaba pudiendo y el agama empieza a rodear el tronco para comprobar si sigues ahí.



Los peligrosos juegos mañaneros entre uno de mis perros y una de las familias de estos lagartos que vive en el árbol a veinte metros frente a la terraza son geniales; Primero baja el macho por el tronco, cabeza abajo, llega al suelo, hace sus tandas de flexiones, y comienza a avanzar despacio, mirando a uno y otro lado por si el perro anda al acecho. Cuando ha conseguido andar dos o tres metros, comienza a bajar la hembra siguiendo idéntico ritual; macho y hembra en fila, avanzando por el terreno, y las dos crías siguen detrás, formándose una fila de agamas que van avanzando por la hierba, buscando su comida, haciendo sus flexiones, y atentos todo el rato a la posible aparición de los perros. Y Luna suele aparecer invariablemente, avanzando lentamente, paso a paso, midiendo cada centímetro de terreno, la cabeza gacha, ni un ruido, avanzando las patas como si flotaran, hasta que los lagartos consideran que ya se acerca demasiado, y salen corriendo a su árbol refugio, el perro se lanza a correr detrás, pero casi nunca consigue alcanzarlos.